domingo, 8 de mayo de 2011

Las dos caras de la globalización

Nada puede resultar creíble en un sistema que pervive gracias a la dicotomía deuda-beneficio. Sólo el propio fundamento que sostiene los pilares de dicho sistema, competitivo y feroz, ajeno a cualquier lógica que se apoye en el respeto, el equilibrio y la lógica, resulta aberrante, abyecto, y porque no decirlo, también suicida. Llegados a cierto punto, la propia mentira inherente al funcionamiento del capitalismo se desmorona, o más bien muta, pues ya no se trata de una mentira, sino del mayor de los ridículos de un despropósito ya insostenible. Una farsa, que sabiéndose descubierta, pierde el control para ofrecernos la traca final. Y ahí están los medios informativos, listos para difundir toda clase de mentiras y verdades a medias.

El objetivo es sencillo y siempre lo fue, y hoy consiste más que nunca en mantener a los ciudadanos sumidos en la estupidez colectiva, mediante una fascinante historia que encadena guerras programadas, desastres naturales, rescates financieros, terrorismo internacional y, cómo no, también grandes héroes y salvadores planetarios, constituidos en gobiernos,  inmaculadas organizaciones de diversa índole e instituciones religiosas, con sus correspondientes abanderados o líderes, convertidos algunos en premio nóbel de la paz, que a la postre dictaminan guerras o dictan sentencias de muerte sin juicio ni causa probada. Otros, sin embargo, prefieren hacer ruido de otra forma, y se inclinan por escándalos sexuales con velinas, aunque la mayoría se decanta por los escándalos de corrupción financiera, cómo lo hicieran en el pasado un sinfín de señores feudales, clérigos facinerosos o cónsules provinciales en época romana, llenándose los bolsillos a manos llenas. 

Desgraciadamente, pocas cosas han cambiado en los últimos 2000 años. Si antes eran las carreras de cuádrigas y el circo romano, los encargados de hacer olvidar a la plebe las penurias económicas, consecuencia de los grandes fastos palaciegos, y las sangrantes guerras fronterizas y de conquista para mayor gloria del imperio, hoy lo son los grandes eventos mediáticos, los grandes líderes del deporte o la industria cinematográfica, por poner un ejemplo, aunque sobretodo han sido los grandes avances en las tecnologías de la comunicación, canalizando gran cantidad de basura de consumo masivo, antisociales redes sociales y demás tecno-barbarie, los encargados de alienar las mentes y despersonalizar al individuo, haciéndonos olvidar que algo sigue oliendo mal  y a podrido en este viejo mundo. Casi prefiero el pasado, en el que los propios emperadores saltaban a la arena del coliseo, caso del inenarrable e ignominioso Cómodo,  a una realidad actual donde el imperio en la sombra mueve los hilos, y nadie sabe quien gobierna en realidad a una creciente masa aborregada, impersonal y conformista.



Sin embargo, la proliferación de componentes electrónicos al servicio de la comunicación, está resultando ser una peligrosa arma de doble filo. Por una parte han disparado la globalización, alterando y acelerando las dinámicas económicas, cambiando la forma de trabajar y hacer negocio, propiciando la llegada y el avance del capital a todos los rincones del planeta, poniendo en valor regiones inhóspitas u olvidadas y todo tipo de productos tangibles e intangibles. La globalización ha resultado ser la panacea del neoliberalismo, la utopía del mercantilismo, y la pesadilla del mundo natural, que ve cómo la plaga humana se extiende y devora todo a su paso. No obstante y por este motivo, la globalización es un ente tentacular ciego al que le faltan dos dedos de frente. No sólo los grandes desequilibrios provocados por su frenética actividad lo atestiguan, también su inconsciencia y su frialdad tecnocrática, al servicio de mentes humanas codiciosas y enfermas, dan fé de ello. Este pulpo estúpido de ojos velados, engulle las riquezas naturales de la biosfera a marchas forzadas, sin importarle un comino si su consumo o sus propios desperdicios pueden ser reciclados a tiempo por la sufriente madre Gaia. 

Pero como decía, en un universo en el que todo es relativo, existe otra cara de la moneda, más esperanzadora y más amable de esta globalización, que cada vez parece resonar con más fuerza. La globalización de las ideas y de los pensamientos críticos, también ha sido posible gracias a internet y a las nuevas tecnologías. De este modo, si estoy escribiendo en este momento, es para tratar de difundir en la medida de lo posible mis pensamientos, y es en esto en lo que debemos apoyarnos si queremos desenmascarar tanta hipocresía. Basta de falacias informativas, de vender el miedo como única baza para desinformarnos y manipularnos, tergiversando la realidad. El trabajo es duro, pero si sólo una persona lo lee, ya habrá merecido la pena intentarlo. Pensar, siempre pensar, y hacerle más caso al instinto, a pesar de que también consiguen manipularlo con toneladas de porquería, enviadas directamente al cerebro del consumidor potencial. Que no os la metan doblada. Basta de farsantes. Verdades puede haber muchas, pero realidad sólo hay una.

1 comentario:

  1. Si te das cuenta aquellos que han provocado esta puta crisis ahora son mas ricos que son los que drogan a las masas con su basura para mantenernos aletargados y ser mas conformistas y sumisos en su sistema economico hecho a su medida.

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