domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Humano o Infrahumano?

Estoy en una encrucijada. La encrucijada de caminos bien diferentes a los que un estado amplificado de consciencia (siempre en relación a la media que reina en la palpitante masa social), me ha conducido. Quizá, si los dioses del dinero me permiten la suerte de ganarme un mínimo de capital, estaré pronto huido de aquí, recorriendo los caminos de mi querida madre tierra, al encuentro de vivencias y personas humanas bajo cielos cuajados de estrellas, en vez de cielos anaranjados cubiertos de perniciosas partículas. Quien sabe. Realmente, y esto desgraciadamente si lo sé, es que es mucho más fácil caer en la trampa, y llevar una febril actividad  impuesta por el instinto de responsabilidad colectivo, cuando estás dormido y ves en el sistema la piedra angular de tu vida en sociedad. Realmente, y también, todo cambia cuando entiendes los mecanismos de funcionamiento del mismo, y contemplas aterrado, a modo de ingeniería social, las pautas de comportamiento que implica seguir el juego marcado por los fraudulentos intereses de los de siempre, y que ya,  por puro aburrimiento, o por no caer en la pesada redundancia, no mencionaré más.




A partir de este momento, digo, en el que el preciado instinto asiste orgulloso al desvelado de la nueva y dócil consciencia, comienza la vida del verdadero humano, y finaliza aquella pobre, triste y ruinosa, del infrahumano, que por doquier nos rodea. Esta actualización mental puede desencadenarse de forma natural, pero para que se torne plenamente operativa, siempre necesitará del apoyo final de otra persona. Una especie de guía, por así decirlo. A partir de entonces, el despertar, también atraviesa por determinadas fases, que  personalmente y siguiendo mi propia experiencia, he decidido dividir en cuatro, y que no considero derrecibo obviar, pues constituyen un camino lógico hacia la comprensión definitiva de uno mismo y de la verdad circundante. Por lo tanto y puestos a ello, la primera fase corresponde a: 

  • Un estado de ánimo de nerviosismo y exaltación. Este primer escalón es el más excitante de todos,  y por así decirlo, la tierna infancia de la consciencia, otrora borreguil y sujeta al condicionamiento y la programación sistémica habitual. La sensación es la de volver a nacer, o parecida a la combinación de un cóctel explosivo de drogas alucinógenas, que a medida que pasa el tiempo, se hace más intensa y adictiva por parte de quien tiene la suerte de experimentarla. Todo se convierte en una farsa, y el sentimiento y élixir de libertad, se desparraman por las orejas.

  • La segunda, es totalmente distinta y mucho menos satisfactoria, además de ser campo abonado para la duda y la inseguridad. Esta parte del proceso se caracteriza, por un lado, por un aumento de la percepción, y por el otro,  por un duro choque o impacto, que enfrenta a la nueva consciencia con la realidad de la antigua vida cotidiana, que sigue estando donde se dejó, y se muestra más agresiva e inapetecible que nunca. Es entonces cuando aparece la confusión y el miedo, así como un permanente caos mental, cuya balanza se inclina dubitativa entre dos realidades confrontadas, pero integradas a la vez. A pesar de ser el momento más delicado y sufriente del proceso, una vez uno despierta, no hay vuelta atrás.

  • La tercera etapa corresponde a la consolidación mental del nuevo sistema operativo, que nos permite ir integrando de forma paulatina, la vida pasada con el nuevo estado de consciencia. La paz entre ambas realidades va haciéndose patente, lo que permite nutrir a la segunda con los restos de la primera. Sin embargo, van entrando en escena otros aspectos importantes. El primero, es la necesidad de informar, por la propia responsabilidad inherente que adquiere la nueva consciencia humana, hacia el resto de los mortales. El segundo responde a la pregunta de ¿Cual es mi papel ahora dentro de la nueva realidad? Para algunos puede que siga siendo el mismo y se vea fortalecido, pero muchos otros miraran sus ocupaciones cotidianas con desprecio, pues estas habrán perdido toda razón de ser. Podría ser el caso, por ejemplo, de un empleado de la banca, o un broker del petróleo, aunque personalmente, dudo de que esta gente llegue a despertar algún día, por su elevado grado de embrutecimiento.

  • Finalmente, la madurez de la consciencia. El rompecabezas mundo y el equilibrio mente-espíritu-corazón (o cuerpo), están completos. Esta fase es aún desconocida para mí, pero imagino que de llegar a ella, ya viejo, habré encontrado la serenidad y me importarán tres cominos lo que piense la gente y lo perdida que pueda llegar a estar. Quizá vivamos en un mundo próspero y justo, equilibrado y feliz, o puede que haya visto mis huesos recalar cual ermitaño en una perdida gruta de montaña, rodeada del despropósito mas inhumano, producto del nuevo, borreguil y capitalista, orden mundial.




De momento, me contento con seguir informando a todo aquél que se precie leer o escuchar, me contento con no pertenecer al agobiante circo que hay montado, y me contento con seguir viviendo, mientras aún nos dejen, en este régimen de semi-libertad impuesto por el modelo que actualmente padecemos. Mi consejo no puede ser otro, deshaceros de todo lo prescindible, pues lo imprescindible, es siempre invisible, y he ahí la clave y el éxito del asunto: que no se puede comprar ni vender.

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