lunes, 26 de diciembre de 2011

Homo sapiens versus Homo Noosphericus

2011 se acaba. Sus últimos días se apuran apresuradamente en el desagüe de los tiempos. Es momento para la reflexión, para el epílogo. Ciertamente, estamos ante la calma que precede a la tempestad, el esperado 2012 que ha de alzarse en un año de profundos cambios,  y en el punto de inflexión que muchos esperamos sea el comienzo de una nueva edad dorada próspera y llena de conocimiento. Sin embargo, una abrumadora mayoría, aún con el consciente velado, sigue entregándose de forma ciega y precipitada  a todo tipo de materiales placeres, en una carrera contra el reloj, sabedora quizá,  de que su tiempo se acaba, de que el viejo mundo y su arcaico y competitivo sistema de valores, se desmorona. Hablan del fin de los días con sorna, consumen desaforadamente, y reniegan de toda alternativa o resquicio de luz, que en sus principios se oponga a su acelerado, artificioso en lo temporal, y superficial modo de vida actual. Ellos mismos son incapaces de contemplar un cambio o una solución, desde el momento en el que forman parte de la masa crítica que conforma el propio problema, inmersos como están en el negro universo de la sinrazón. La realidad es, por lo tanto, simple, dual, dicotómica. Consciencia o inconsciencia. Aceptación o rechazo, de lo inminente.




No obstante, estos que han decidido cerrar los ojos ante la enorme marea que se avecina, serán probablemente los primeros en caer, aferrándose ahora a los frágiles excesos con los que momentáneamente tratan de colmar sus parcas y oscuras ánimas. Excesos tristes que se ahogan en la opacidad de lo material, excesos que envenenan y confunden. Es la droga que este sistema, consciente de su final, les ha vendido de forma desesperada en su disparatada y enfermiza metástasis autodestructiva.  Es el pacto con el diablo. Los que, por otro lado, han abierto los ojos, se encuentran en constante movimiento, agitados y convulsos, cuestionando de forma permanente la abrupta e insolente realidad que les rodea, golpeados por la misma, ofendidos e indignados por la estupidez simiesca, pero esperanzados y preparados para el cambio, y sobre todo, armados. Armados de consciencia, y por lo tanto, también de la humildad, el amor y la sabiduría que esta proporciona. La fe  ante la adversidad, les nutrirá de esperanza en cualquier situación, por desesperada y hostil que esta pueda parecer.


Entre el homo sapiens tradicional y el nuevo embrión, parece haber quedado atrapada una modalidad irrecuperable de simio tecnológico


Siempre he venerado profundamente la naturaleza por su justo equilibrio, y confío en ella plenamente.  Su capacidad para la auto-regeneración, es absolutamente magnífica y sorprendente. Este enorme ente está vivo, y está adquiriendo consciencia planetaria, rigiéndose por parámetros que obedecen  un majestuoso patrón de cambio cósmico. El momento ha llegado, en el que finalmente deba de comenzar su propia purga de forma progresiva e implacable, desechando enérgicamente todo el mal infligido, y limpiando de células cancerosas la faz de la tierra. Tras este proceso, un nuevo mundo cuatridimensional verá la luz, en una planetización de la consciencia sin precedentes. Una civilización cósmica que habrá trascendido la perturbante era de las jerarquías, el expolio y las religiones enfrentadas, transformándose en un pueblo unido con un único destino.




Armonizarse con la consciencia de Gaia e interactuar psíquicamente con las frecuencias de la tierra, puede resultarles a muchos una completa estupidez, fruto de la peor diarrea mental concebida. Son estos mismos idiotas, esclavos de la ciberesfera y de la falsa consciencia tecnológica, los que siguen y seguirán valorando el planeta y su biosfera desde un prisma estrictamente mercantilista y frío, carente de todo respeto o sensibilidad. Y pagarán las consecuencias. Llegado el tiempo de la supervivencia al que irremisiblemente han de conducirnos con sus perturbadoras actitudes, sus materiales e insulsos egos serán despedazados, y sus cuerpos devueltos al lugar del que nunca debieron salir: La primera dimensión de la materia. Ahí, convertidos en abono para plantas o polvo espacial, habrán encontrado su hogar y su lugar dentro del orden de las cosas, y serán finalmente felices, dejándonos por fin al resto, en una merecida y armónica paz duradera.

1 comentario:

  1. Forrrrrrrrrrrrrrrrrrrrmación!
    Cotizacioooooooooooooón!

    ResponderEliminar