sábado, 18 de febrero de 2012

India: Rewalsar

Tras 10 horas de infernal traqueteo en un autobús plagado de cucarachas, y de no pegar ojo por carreteras infestadas de camiones y furgonetas multicolores con el claxon a todo trapo, llegamos a Mandi a eso de las 5 de la madrugada, a tiempo de tomar un Masala Chay bien caliente. Poco después tomamos otro bus que nos subió por las montanas hasta Rewalsar, donde finalmente termino el viaje, media hora antes de que amaneciese, y a tiempo para asistir a una impresionante ceremonia budista en este maravilloso templo, a orillas del lago que da nombre a este pueblecito de Himachal Pradesh.




El frío en estas latitudes se deja notar, pero un servidor, ajeno a las inclemencias climáticas del lugar, abandono el calor del templo antes de lo previsto y aprovecho de este modo que ya era de día para fotografiar la zona. La tranquilidad y el silencio que envuelven esta población de apenas 1500 habitantes es notorio, si lo comparamos con el estresante bullicio de Delhi. Sobre las 7 de la mañana pude ver asombrado como una multitud de afables y carismáticas personas se dirigían con calma y devoción hacia los diferentes templos de Rewalsar, al tiempo que los monos empezaban a dejarse ver por los alrededores, colgados de las ramas de los arboles y devorando cualquier semilla o fruto caído de los mismos. 



Finalmente, tras deambular un rato, encontré alojamiento en el Hotel Lotus, donde una resuelta y amable mujer tibetana me ofreció tres noches a un precio razonable de 1200 rupias, tras arreglar algunos problemillas con el calentador del agua y alguna que otra bombilla fundida.




Rewalsar es una encrucijada de 3 religiones, hinduista, sinkhista y budista, y uno de los destinos de peregrinación mas importantes de todo el norte del país, pero todo eso pierde importancia significativa, si nos  fijamos únicamente en la bondad de sus gentes, y la belleza de sus rostros. Aquí el tiempo parece haberse detenido, y este emblemático asentamiento conserva aun toda la pureza que caracteriza su increíble esencia.




Al día siguiente por la mañana decidí ascender las colinas que circundan la población, con objeto de poder contemplar la cordillera del Himalaya. El día estaba cubierto y la travesía no fue especialmente complicada, a pesar de cierto bochorno.  Antes de emprender la marcha, me detuve un rato seducido por los "gongs" que procedían de uno de los múltiples templos del pueblo. El camino asfaltado esta frecuentemente transitado por camiones y coches, y discurre a través de un bosque de pino, donde campan a sus anchas monos y cabras, así como pájaros salvajes que me fue imposible identificar.























Para terminar y reponer fuerzas,  nada como un suculento Than Thuk de verduras tibetano, cocinado con  amor por la mujer del Topchen restaurant, a un modico precio de 50rp.



2 comentarios:

  1. SH y JCA siguen de cerca tu viaje. Podías hacerte fotos a tí mismo en el entorno. Lástima de cable para la cámara. Confiamos en que el relato de la aventura continue y podamos tener noticias fresca muy a menudo. Recuerda que también existe el gmail para más información. Nosotros lo haremos.

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  2. papaaaaaaaaaa pa-pa-pa lindas vibras en la palabra

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