jueves, 7 de junio de 2012

Esperando el colapso

Pasan los meses y la sensación de que algo inminente va a suceder se acrecienta en nuestros corazones, pero no nos damos cuenta de que ya está sucediendo de todo a nuestro alrededor. Simplemente, la insensiblización originada por los medios de comunicación y el hecho de estar metidos en la vorágine del día a día, nos impide calibrar con objetividad y ordenar con claridad la sucesión de acontecimientos que van sucediéndose ante nuestros ojos. El mundo es, cada día, un poco más pequeño y los sucesos que acaecen en esta esfera de vida perdida en el universo, cada vez nos afectan de una forma más directa por culpa del fenómeno capitalista de libre mercado y sus nefastas consecuencias, aunque también gracias al avance de las tecnologías de la información y más concretamente, de internet. Curiosamente,  fue a partir del 11 de septiembre de 2001, cuando parece que la humanidad tomó un camino de violencia y desarrollo económico nunca visto hasta entonces. Fue como el pistoletazo de salida o la cuenta atrás que marcó el principio del fin de los tiempos y el advenimiento de un nuevo modelo u orden mundial perseguido por las élites del poder. Desde entonces, se han desatado guerras intervencionistas y una frágil situación geopolítica en Oriente Medio, China se ha consolidado como el nuevo, podrido y dictatorial gigante económico e industrial del mundo, el proceso de la globalización se ha consolidado y la raza humana se ha sumergido en la crisis más profunda e incierta de toda su historia.


 China es un país enfermoAlrededor del 75 % de los lagos y aguas litorales están contaminados y la calidad del agua de los ríos y manantiales es mala debido a vertidos de residuos industriales y municipales, filtraciones de fertilizantes y estiércol agrícola y acuícola. La lluvia ácida afecta a la cuarta parte de las ciudades y el agua potable por persona,envenenada por plomo, corresponde también a la cuarta parte de la cifra media mundial. Huelga decir, que la calidad del aire es también, espantosa.


Pero al margen de los asuntos geopolíticos y los intereses económicos de un mercado financiero y unas pocas corporaciones monopolistas que lo controlan todo y lo corrompen todo, parece que el declive alarmante de recursos y la ponzoñosa contaminación empiezan a crearle un problema muy serio al sistema capitalista, al tiempo que la masa poblacional del primer mundo, cansada de tantas guerras, injusticias sociales y mentiras que ya no pueden sostenerse por el propio sentido común de los hechos reales, comienza a cuestionar cada vez más el orden establecido. ¿Y esto por qué sucede? Pues porque desde siempre, este sistema se ha sostenido gracias al bienestar ecológico de las sociedades occidentales y este bienestar está ahora herido de muerte, por infinidad de recortes sociales y una austeridad que no ha hecho más que comenzar. Hace una década, mientras su ritmo de consumo se basaba en el expolio y la defenestración ambiental de los países tercermundistas, al sistema le iba bien y el desequilibrio de riquezas mantenía la horrible dicotomía y brecha existente entre Norte Y Sur, porque los recursos tecnológicos, armas y autoridad militar residían en los países usurpadores. Sin embargo, desde el momento en el que los países tercermundistas empezaron a ser economías emergentes gracias a los ingresos del turismo y una febril actividad industrial, se disparó la competitividad empresarial y los precios de las materias primas empezaron a subir, al principio lentamente. Pero el proceso se aceleraba y los pudientes y voraces buitres de occidente, vieron en la deslocalización empresarial una nueva oportunidad para enriquecerse y especular como nunca lo habían hecho, destruyendo a su paso costumbres y tradiciones, imponiendo una nueva cultura consumista y explotando a los oriundos con salarios de miseria, mientras contaminaban y envilecían estos países. Hasta este momento, el problema del desequilibrio era mundial, pero sólo afectaba a los pobres de siempre, mientras que en occidente la prosperidad y el crecimiento económico seguían un ritmo alcista. 


 La deforestación de la Isla tropical de Borneo es uno de los mayores atentados a la biodiversidad planetaria. Contrariamente a lo que ilustran estos mapas, de seguir el mismo ritmo en 2020 sólo quedaría un 2% de superficie forestal. Borneo es considerado el pulmón verde de Asia.

Deforestación en 2007 (en rojo) del segundo pulmón de la tierra, Amazonía, y las previsiones para los próximos 40 años de seguir el ritmo actual, que probablemente empeoren por la creciente demanda de madera tropical en Asia. Según WWF, en 2030 harán falta dos planetas para satisfacer las necesidades de la población.


Como el ser humano es idiota o estúpido, y además egoísta u egocéntrico a más no poder, no se paró a pensar o a comprobar con un mínimo de criterio intelectual, que los ecosistemas de la tierra empezaban entonces a retroceder a un ritmo nunca visto, poniendo en peligro la existencia de toda la raza humana. Cegado por la avaricia, no se dio cuenta de que la codicia y la acumulación de bienes, sólo se lo podía permitir este maltrecho planeta a unos cuantos indeseables: La raza blanca. Desafortunadamente, la semilla del progreso económico y del enriquecimiento a toda costa, parece que caló bastante hondo en el subconsciente de los pueblos hasta entonces sometidos y expoliados. Asiáticos y en menor medida sudamericanos, dejaron entonces de ser economías emergentes o de segunda línea, para convertirse en economías de primer orden, empezando a demandar el mismo nivel de vida que sus anteriores mentores y dueños habían disfrutado a su costa.  El problema ahora, no sólo es que el mundo de hoy ya no de más de sí, el problema es que estas gentes y estos pueblos carecen de conocimientos y perspectiva sobre la realidad global, abrazan el sistema como a su salvador, son tres veces más numerosos y una gigantesca facción consume ya  casi como lo haría un ciudadano norteamericano



 Cuando los economistas hablan de la prima de riesgo y la deuda soberana, dan ganas de reírse. Estas gráficas muestran de forma clara la verdadera deuda, que es aquella que tenemos contraída con el planeta. El retroceso de especies ha sido alarmante desde los años 80, pero sin duda más lo es la huella ecológica provocada por las actividades humanas. El punto de inflexión ecológico o capacidad de los ecosistemas para regenerarse, se sobrepasó a mediados de los años 70. Llevamos pues casi 40 años viviendo del crédito, de forma insostenible y condenando a las generaciones futuras.


El problema, por lo tanto, es que ya es demasiado tarde para detener lo indetenible, y el suicida proceso de la globalización corporativa es también imparable. Vamos claramente hacia una homogenización socio-económica y a un reajuste obligado del consumo a nivel global, debido a la masa crítica que generan estos nuevos 3000 millones de consumidores. La crisis económica es sólo la consecuencia de este proceso de reajuste, en el que perderemos casi todos. Pero lo realmente triste, es que algunos no están dispuestos a perder sus privilegios y sus posiciones de control y poder y son exactamente los mismos que han favorecido esta situación, tanto de forma directa como indirecta, para poder establecerse como los nuevos amos de un mundo que ya está para el arrastre. Eso lo saben, y se preparan para un plan de ajuste de la población.


La degradación del suelo por el uso de fertilizantes y el agotamiento de sus riquezas minerales por la no-rotación de tierras de cultivo, acelera aún más el proceso de desertización. El mapa es de hace 5 años.


Mientras tanto, Cumbres de la Tierra, Cumbres del Clima, reuniones de expertos y científicos, Organizaciones Ecologistas financiadas por el poder económico, Objetivos del milenio y demás pamplinas, sólo sirven para tratar de tapar un poco el desaguisado, maquillando el escarnio cometido por el empobrecido y despreciable ser humano, merced a sus alevosas acciones. Un ser depredador y sin consciencia, fácilmente conductible y sometido a sus primitivos instintos, que ahora va a recibir en toda la boca la bofetada  del destino, como consecuencia de sus errores y su funesta actividad. Y habrá para todos los gustos: Escasez de agua potable y recursos básicos, contaminación en todas sus formas, nuevas enfermedades y plagas, deterioro ambiental y pérdida masiva de biodiversidad, todo esto en la faceta de la nueva realidad biológica que se cierne sobre este, una vez destruida y vilipendiada la propia biosfera. En la faceta socio-económica, desintegración social y conflictos de toda clase, soledad, crisis de valores, pero también migraciones masivas, hambrunas y sometimiento a un poder de facto, el capital. Todo ello combinado en un mundo trágico y distópico en el que a pocos les va a apetecer vivir. 


Las áreas protegidas del mundo representan tan sólo un 12% del total. Muchas dependen de espacios de transición que ejercen como un colchón entre la vida silvestre y la febril y perniciosa actividad humana. La desaparición de estos espacios transitorios no protegidos, significaría el deterioro de estas áreas protegidas. Para empeorar las cosas, muchas se encuentran cercanas o sobre zonas de interés económico por la presencia de yacimientos petrolíferos y otros recursos mineros.


La tierra era un lugar maravilloso, y aún quedan algunas zonas, pocas y cada vez más escasas, ajenas al horror humano y a la evangelización económica. Sugiero a todo aquél que pueda desprenderse de esta angustiosa realidad, huya en cuanto pueda a estos lugares para morir en paz en ellos, antes de que sea demasiado tarde. Antes de que llegue el colapso y con casi total seguridad, la guerra.




1 comentario:

  1. Maravilloso artículo compañero. Desgraciadamente para poder el económico capitalista solo importa la buchaca y el ahora, el beneficio rápido a costa de lo que sea.
    Fijaté lo del continente basura del Pacífico, ¿como no van a salir nuevas enfermedades? Si la contaminación ha llegado ya a la cadena alimentaria, si lo raro es que no nos muramos de cualquier cosa.
    Dentro de unos pocos centenares de años cuando el ser humano ya no exista sobre la faz de este mundo, el único rastro que habrá del hombre será basura y contaminación.

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