jueves, 13 de septiembre de 2012

Geoingeniería y conspiración

Tras años de dudas y supuestas conspiraciones, parece que el fenómeno conocido como Chemtrail es real, y se aleja cada vez más de las teorías negacionistas que siempre se ampararon en que estas evidentes estelas quimicas presentes en los cielos del planeta, serían unicamente producidas por el vapor de agua de los motores de vuelos comerciales (Contrails). Lo que empieza a verse es que estas estelas de baja altura (1500-3000m), ya no sólo no desaparecen al poco tiempo, como el vapor de agua, sino que precipitan  y se difuminan al poco rato, generando nubes: Una especie de calima o bruma que oscurece y cubre nuestros cielos. Las especulaciones son muchas, pero la más logicamente aceptada por el vulgo sería principalmente una, y es que las élites dominantes pretenden modificar el clima terrestre o bien reducir los efectos de un supuesto cambio climático mediante la fumigación de aerosoles o partículas metálicas (óxidos de bario y aluminio, principalmente, pero también arsénico, zinc, hierro, cromo, litio y manganeso, entre otras) y cuya finalidad sería la de reflejar los rayos solares creando una especie de escudo global. De esta forma el albedo de la tierra aumenta y se consigue controlar la temperatura terrestre.


Esta fotografía la tomé en la calle Juan Bravo de Madrid, la mañana del 26 de febrero de 2011. Poco después nos hemos enterado de que la infame y bilderberguiana presidenta regional Esperanza Aguirre, trás un sospechoso viaje a la tierra de Sión en 2006, ha adjudicado en 2012 un contrato por 118.000 euros a la empresa alemana Radiometer Phisycs Gmbh, para provocar que nieve de forma artificial sobre la Sierra de Madrid...


Las bases de todo este megaproyecto de alteración climática, vieron la luz a principios de los años 90, poco antes de la cumbre del clima en Kyoto. Por aquél entonces, un panel de científicos e investigadores de la Academy of Sciences, National Academy of Engineering y el Institute of Medicine, crearon un estudio de casi 1000 páginas publicado por la National Academy Press (NAP): "Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Base". El objetivo parecía bien claro: frenar o mitigar los posibles efectos de un capitalismo depredador implementado mediante un sistema energético basado en los combustibles fósiles, en vez de evolucionar hacía otro más saludable y medioambientalmente sostenible, pero menos lucrativo. El proyecto de modificación climática lleva en funcionamiento desde 1996, aplicando la patente número 5.003.186 ( http://es.scribd.com/doc/99095393/Patente-de-Welsbach-1991) y es conocido como Deep Shield, dirigido por la ONU y la OMS, delegando su ejecución en la OTAN así como en grandes compañias aéreas civiles.



Fotografías filtradas del interior de estos falsos vuelos comerciales o vuelos de la muerte



En los últimos años, las consecuencias de estas acciones llevadas a cabo desde mediados de los años 90 comienzan a ver la luz, no sólo en los cielos de todo el mundo, sino a nivel del suelo y materializándose en impactos negativos sobre la salud de múltiples ecosistemas terrestres, en los que se han encontrado altos niveles de estos metales pesados, particularmente en Estados Unidos, contaminando bosques, ríos y demás biomas naturales. Estas venenosas partículas están alterando el ph del terreno y liquidando bacterias necesarias para la absorción de nutrientes en las plantas. En Mount Shasta (California), el estudio del agua realizado por el biólogo Francis Mangels destapaba una presencia de 1000 mcg de aluminio por litro de agua, cuando el límite admisible se sitúa por debajo de 0,5 mcg. Los árboles transgénicos o geneticamente modificados e infértiles, entre ellos los eucaliptos, o las mutaciones realizadas en genes para que plantas como el trigo o el maiz no detengan la división celular al detectar altos niveles de aluminio u otros metales, son, por otra parte, la respuesta que las corporaciones y el gobierno le están dando a un problema que ellos han creado. En otras palabras, la muerte natural de los bosques, está siendo suplida por los llamados "bosques silenciosos" y cosechas transgénicas resistentes a la toxicidad presente en los suelos.




Bosque de eucaliptos transgénicos en Sumatra.


Pero estas implicaciones parecen ir más allá y tienen funestas consecuencias en la salud humana, provocando  alergias, dolores de cabeza, cansancio, eccemas, picores coporales, fatiga física y mental entre otras patologías mucho más graves, además de una extraña enfermedad apodada Morguellons y que parece estar causando estragos en Norteamerica, con cerca de 100.000 afectados y en aumento. Las víctimas presentan serias lesiones fisiológicas, además de unas extrañas heridas en la piel provocadas por fibras sintéticas (polietilenos de alta densidad) multicolores, que parecen mutar y crecer dentro de sus propios organismos, sobresaliendo como aliens por los poros de la piel. Expertos en biología sintética como Sofia Smalltorm o la doctora Staninger y otros investigadores como Clifford Carnicom, sostienen que estos filamentos o fibras y otros organismos biológicos manufacturados que se han encontrado en la atmósfera en zonas fumigadas, son los causantes de esta extraña enfermedad.


Aspecto que presentan estas fibras presentes en pacientes con la enfermedad


¿Podría la nanotecnología, mediante la creación de transbiología híbrida, estar penetrando en nuestros organismos, contaminándolos y modificándolos sin previo aviso? ¿Será que se están introduciendo materiales artificiales dentro de los seres vivos? Todo esto proviene de la industria nanotecnológica y a todas  luces, estos patógenos han sido creados por el hombre, con el fin último, quizá, de instalar una inteligencia artificial, patentada, autoreplicante y tecnologicamente controlada dentro de nuestros cuerpos, que nos conduzca a una mutación irreversible del ADN. Parece ciencia ficción, pero hoy en día, ha quedado ya demostrado que la realidad supera la ficción.


 Ponencia de Sofia Smalltorm acerca de los Chemtrails y la nanobiotecnología invasora.


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