miércoles, 24 de octubre de 2012

23-O: Miedo y Asco en Madrid 2

2000 personas. Ese es el número de seres conscientes y legítimamente indignados, con sentido de la responsabilidad colectiva, que ayer protestaron en Neptuno y trataron, en vano, de rodear el congreso. Y digo sólo rodearlo, de forma simbólica. Es una cifra irrisoria, ridícula en porcentaje, pues Madrid hace tiempo que dejó de ser un pueblo, y ahora es una enorme urbe de varios millones de habitantes. Otra vez volví a reafirmarme en lo que me temía y no es otra cosa que un adoctrinamiento sistémico que le ha ganado la batalla a la ciudadanía, y al desgaste mediante la fuerza, cimentado en el miedo y que ha logrado hacer mella en los pocos espíritus aún libres y revolucionarios que quedaban, reduciendo considerablemente su número desde la anterior gran concentración del 25-S: Casi 10.000 personas. Es verdaderamente descorazonador asistir a este derrumbe del clamor popular, ante una amenaza real de tiranía y esclavitud a perpetuidad de la deuda y los mercados financieros. Ante el riesgo inminente de un más que probable Nuevo Orden Mundial de los facinerosos. Como decía un amigo mío anoche, "El mundo está moviéndose hacia una nueva organización social, los semiesclavos y los mandos". Ante semejante declaración, nada pude añadir, pues resumía a la perfección esta sombría realidad que sólo unos pocos se atreven a desafiar en las calles.




3 horas antes, había llegado a Neptuno bajando por el Paseo del Prado desde Cibeles, bastante desconsolado y preocupado, al comprobar que eran casi las 8 y aún permanecía abierta la circulación al tráfico en dicha avenida. Mal asunto. Eramos pocos, pero los suficientes como para cortar el tránsito de vehículos, aunque sólo fuese por seguridad. Finalmente se consiguió y la gente pudo distribuirse más amablemente por una plaza llena de huecos. A pesar de todo, los ánimos estaban bastante calmados. Ni la mitad de cánticos, frases reivindicativas o silbidos de indignación que en las pasadas ediciones. Dos tímidas asambleas que abogaban por la formación de un proceso constituyente permanecieron formadas hasta aproximadamente las 9, cuando se inició una marcha, ya más animada, que pretendía rodear el congreso subiendo por la calle Lope de Vega y encabezada por una enorme pancarta de la Plataforma 25-S. Pocos minutos despúes, los antidisturbios cortaban cualquier intento de paso al cerrar la marcha en la calle de León. En ese momento se produjo cierta confusión, pero pacificamente se inició, poco a poco, un retroceso hacia Neptuno no sin cierta frustrada resignación.




Y aquí es donde viene el golpe de efecto del gobierno, a través de su brazo armado en las calles. Si la cámara baja estaba atestada de furgones, policías a caballo e incluso tanquetas, el cielo de la zona volvió a ser el protagonista de todas las miradas por la presencia constante de un helicóptero de vigilancia. Esta vez, haciendo gala de una temeridad sin precedentes, se atrevió a bajar a unos 50 metros de distancia de los edificios, cifra que rebajó poco después en 3 o 4 metros de altura sobre las azoteas en la confluencia de la calle Lope de Vega con Quevedo, seguramente con el objetivo de amedrentar a los allí congregados. Lo que provocó fue un pequeño ciclón y el susto y la incertidumbre de muchos, que se vieron envueltos en un vendaval de hojas, papeles y polvo. Este incidente, por sí mismo, constituye un acto de tremenda irresponsabilidad que podría haber terminado en una tragedia. Una hora después, el acto en Neptuno tocaba a su fin, desconvocándose antes de las 10 de la noche, con más miedo que otra cosa. Pasadas las 10:30, sólo quedaban unos 200 rezagados y poco después se volvía a abrir la plaza al tráfico de la capital.

Escasísima afluencia, desgaste y todavía, mucho miedo. Hoy la denterosa delegada del gobierno, Cristina Cifuentes, ha anunciado que se han abierto expedientes sancionadores a más de 30 personas, casi todos ellos organizadores y promotores de la marcha, por no "pedir permiso" para manifestarse. Habrá que seguir esperando, pero el tiempo de reacción se agota y las cosas se ponen cada vez más negras en lo que cada día se asemeja más a una tiranía.

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