miércoles, 27 de noviembre de 2013

Mochilero en Fuerteventura

Afortunadamente tuve la suerte, dadas mis precarias condiciones laborales, un dinerito ahorrado que tenía y la feliz y completa ausencia de ataduras económicas que actualmente gozo, de salir cagando leches de la cloaca madrileña a finales de octubre con un destino incierto a través de las afortunadas islas canarias. Una vez allí, acompañado por un enorme macuto en el que llevaba un buen equipo de pernocta (tiendecita individual, esterilla hinchable y saco de dormir, fieles aliados nocturnos de un servidor...), tuve la suerte de experimentar toda una serie de aventuras por las desérticas y volcánicas tierras de Lanzarote y Fuerteventura, lugares mágicos y salvajes, aderezados además por una acogedora y cálida población nativa. Ésta, parece refugiarse en las lindezas naturales y el buen clima de sus islas del atropello político y la dictadura económica que se ciernen sobre las gentes de este país, institucional, política y socialmente hablando, salvo raras excepciones en el tercer punto, de mierda.


Zonas desérticas al sur de la isla de Lanzarote. Allí el hombre poco o nada tiene que hacer, y su no presencia se agradece una barbaridad...


Y digo esto, porque por mucho que uno salga lejos del epicentro de la infamia y de la porquería, (véase Madrid durante la bendita huelga de basuras, fiel reflejo de lo que se cuece y se representa en esta babilónica urbe), siempre se encontrará, en menor o mayor medida, con los tentáculos sistémicos que oprimen la vida y el sentido común. Con esto me refiero a la esclavitud, por supuesto, económica, pero también a la consolidación de dos clases, (también diferenciadas por el nivel económico), que parecen alejarse cada vez más la una de la otra en un refundado feudalismo: hablo de la clase patronal, es decir, empresarios y gente con dinero que no hacen sino aumentar su patrimonio a expensas de su propia avaricia y el sudor y el sufrimiento de la segunda, la clase trabajadora. 



Una muestra clara y evidente de ingeniería social en una tienda de souvenirs de Morro Jable. Ya hasta se estampan camisetas que invitan a la abulia mental y a la resignación del colectivo borrego.

La banca como siempre, en este caso Bankia y Caja Canarias, haciendo de las suyas también por estos lares con su publicidad vil y manipuladora, directa al subconsciente de la más tierna infancia. No vivas hoy, vive mañana, cuando ya apenas tengas energía o vitalidad más que para cambiarte los pañales de una vida cagada...parece querer decir realmente...


Ambas clases, además, tienen un denominador común, y es que son esclavas a su vez del dinero, en particular la primera y aunque cueste creerlo, pues es a la que más infecta y ciega para desesperación de la segunda. "El dinero posee, y lo que tengas te poseerá", nada es más cierto que esto, pues cuanto más dinero tiene una persona, mayor es la codicia, la preocupación y por qué no decirlo, la podredumbre interior que le genera en la inmensa mayoría de los casos. Bastó con varios ejemplos en el todavía paraíso majorero de Morro Jable, que vinieron a confirmarme lo que ya sabía con antelación, pero me negaba a seguir viendo en un lugar tan apartado del mundo como lo es esta península de arenas, vientos, mares turquesa y luces blancas de Mafasca.


Playa de Morro Jable, infestada de tumbonas y guarnecida en primera línea por un gran número de hoteles de gran categoría que se llenan de turistas, principalmente alemanes, durante todo el año. Los germanos son el principal motor económico de la isla, aunque a los lugareños les cueste aceptarlo en muchos casos. Un nuevo ejemplo de amor-odio entre nativo y turista, pues el primero necesita al segundo, por más que le pese...


El caso es que siempre fui persona con don de gentes, y esto me conduce a terminar hablando con cualquiera que se precie, independientemente de su condición u estatus socio-económico, como buen montaraz que me considero. De este modo entablé conversación e incluso amistad con camareros, vigilantes de seguridad, fotógrafos, técnicos de mantenimiento en hoteles, pescadores, parados, paradas, emigrantes, marginados e incluso temidos y denostados "locos", que a la postre terminaron siendo los más inteligentes y sabios del lugar: extraña casualidad que viene a confirmarme una segunda y triste realidad, que todo aquél que piensa y dilucida sin complejos, acaba siendo dado de lado por la inmensa mayoría. Una mayoría conformista que sufre sus penas en silencio o trata de sobreponerse inútilmente a la realidad de sus vidas, cayendo en el letargo y la autodestrucción del tabaquismo, el alcoholismo u otros vicios, a modo de soma paliativo, para sobreponerse a interminables y estresantes jornadas de trabajo caracterizadas por la monotonía y el cercenamiento de la mente creativa.


El viejo "loco" Luis, un hombre lleno de aristas que no se ha dejado limar por los avatares de la vida, auténtico, sincero y de afilada pluma, por cuyos escritos casi paga con su vida. Vivía con su perro protector, casi en la miseria, en su velero.


También pude conocer algunos ejemplos de la clase empresarial, pocos pero suficientes, dados a la ostentación de vehículos, yates de lujo y mujeres despampanantes de día, y a la ludopatía o el alcoholismo que demostraba lo vacío de sus vidas, de noche. Al final, todo este microcosmos de Morro Jable, aún rodeado por la fuerza de los elementos y del mundo natural, podría tener los días contados, y convertirse en un hediondo Arrecife o Puerto del Rosario en pocos años (Un Las Palmas en miniatura), dependiendo de la deriva de sus gentes, ya sea por inacción consumada o exceso de codicia, o bien, por las dos cosas juntas a la vez. La tranquilidad que aún se respira en muchos puntos del pueblo o del muelle, podría también irse al traste si el crecimiento económico descontrolado e insostenible termina haciendo de las suyas en este paraje, como ha sido el caso en infinidad de puntos turísticos que antaño disfrutaban de una calidad ambiental y paisajística de alto nivel, acorde a un antropización exponencialmente equitativa.


Vista del muelle de Morro Jable desde un tranquilo y salvaje barranco que conecta el pueblo con la zona portuaria y el que tuve ocasión de pernoctar en una ocasión, bajo la protección de un granado.


Personalmente, tras experimentar desde el otro lado de la barrena las miserias humanas que caracterizan el falso concepto de "el tiempo es oro", he de ser realista y por tanto negativo en esta cuestión. El capitalismo se erige hoy en día como un monstruo que crece a ojos vista, y que aún teniendo los pies de barro, terminará sepultando todo lo bello y lo auténtico bajo toneladas de lodo negro. Un lodo tan negro como la consciencia colectiva de una sociedad humana que insiste en retroalimentarlo a diario, y que sigue tropezándose día tras día en una equívoca forma de vida. Lo trágico es que ni unos ni otros, tanto lo que mandan como los que obedecen, parecen darse cuenta de cual es su verdadero enemigo. Y entre medias, sobrevivimos apenados aquellos que, atrapados entre la espada y la pared, tratan de hacerles ver a ambos bandos lo equivocados que están.



Pese a todo, encontré lugares en los que pude encontrar una pequeña medida de paz y tranquilidad interior, como en el mágico valle de las tres mil palmeras, en el municipio de Haría (Lanzarote), o en la playa de "Las Coloradas", en Morro Jable...