sábado, 5 de julio de 2014

Nada nuevo bajo el sol 3: Turismo Zombi

O vacaciones zombi, lo mismo da. La granja humana de neo-esclavos occidentales está de enhorabuena. Llegó el verano, y con él, la esperada e incómoda para muchos "Operación salida" (término tan absurdo o más que otras ridiculeces, como la denterosa para los oídos "operación bikini", por poner sólo un grotesco ejemplo del imaginario colectivo zombi). Este estúpido fenómeno, consiste en el pertinente vaciado de las celdas-nicho urbanitas y el consiguiente transporte u autotransporte de sus inquilinos, decenas de millones de borregomatrix, hacia sus lugares de veraneo y descanso estival, tras meses de explotación y tóxica existencia, en los execrables y cada día más deshumanizados y tecnocráticos nodos urbanos.


Playa de Levante, Benidorm. Personalmente, bauticé este lugar la playa Tutti Fruti, por resultar la más pródiga en ingredientes que jamás caté con los dedos de los pies: infinidad de  colillas, chapas de latas y otras porquerías ensuciaban con vileza la arena. A este tipo de engendros me refiero al hablar de playas urbanas, playas con sus correpondientes e inmediatas filas de torres u otros edificios, que cumplen su función de segunda residencia,. Inmuebles colosales que parecen mantenerse vigilantes, como si de esta forma, recordasen constantemente a sus moradores el infierno del que proceden..o en el que ya se encuentran...

Benidorm quizá sea el caso más llamativo, pero pueden darse una vuelta por Altea, Torrevieja o Fuengirola, antaño paraísos, hoy, roídos hasta el hueso por la codicia y la estupidez humana. 


Lo cierto es que escuchando la radio esta mañana, no he podido evitar el soltar una estrambótica carcajada al escuchar que las colas de facturación con destino Cancún en el Aeropuerto Internacional Adolfo Suárez (antiguo aeropuerto de Madrid Barajas, rebautizado por la casta en honor al casposo y fallecido artífice de la transacción franquista en este país de broma y pandereta), sobrepasaban la puerta de la propia terminal.

A un servidor, acostumbrado a huir de los circuitos turísticos y de las aglomeraciones, hecho ya a hollar la belleza del planeta a través de intrincados y apenas conocidos caminos, senderos o rutas, o directamente abonado a la exploración y posterior descubrimiento de ocultos paraísos que aún permanecen a salvo de la infamia y demoníaca globalización capitalista, todo este despropósito vital, todas estas existencias sistémicas que parecen estar siendo tiradas a la basura y al pozo de la oscuridad existencial, le sugieren una mezcla de sorna y desprecio inicial, seguidos de una inevitable y profunda lástima, que sólo se ve mitigada en sus efectos por el intenso sentimiento de libertad que produce la inevitable comparativa de ambas realidades.


Andrés Rabago " El Roto". Uno de nuestros genios contemporáneos, capaz de ilustrar siempre a la perfección aquello que pienso acerca de la deriva real de este mundo.


Y es que la mayoría de todos esas personas, sean ignorantes o inconscientes, abandonan sus tristes nichos hormigonados, homogéneos parques y cloradas piscinas, para invadir por igual playas urbanas o semiurbanas escoltadas por rascacielos y abyectos bloques de viviendas, cambiando sus grandes superficies comerciales, sus bancos y concesionarios de la meseta, por otras franquicias de la misma índole que se propagan como la peste por todo el litoral. En definitiva, salen de las metrópolis para suicidar sus días de descanso en sus hermanas menores, es decir, ciudades copia de las primeras, pero a pequeña escala. 


La optimización de lo horrendo. Es verdad que se salva el color del agua, pero flotando sobre su superficie, cuando se nada en el mar, uno percibe un extraño olorcejo en el ambiente, que va y viene, que viene y va..


Otros grupos de zombies, nada desdeñables en cuanto a proporción se refiere, deciden cruzar los cielos apretujados en vuelos charter destino el Caribe clase B, con el fin de dejar caer sus deteriorados cuerpos en los clásicos y cutres resorts de pulsera y animadores de pacotilla. Allí, apoltronados en sus micro burbujas caribeñas, se atiborran de alcohol y comida, rodeados como están, sin saberlo, por la miseria y la delincuencia absoluta de apocalípticos escenarios tercermundistas, que poco o nada tienen que ver con las idílicas imágenes de playas privadas con cocoteros que les vendío la touroperadora de turno en su día. Todo obsceno, claro está, y sujeto al mayor de los desequilibrios, pero así se las gasta este sistema de mierda basado en la economía especulativa, en la economía de la muerte y de la supervivencia a cualquier precio, pero mucho antes de esto, basado en la estupidez de quienes sin saberlo, la sustentan a ella y al subsiguiente y pernicioso subproducto que genera a diario. Este es el mundo que nos contempla, señores, también en verano.

Y yo me pregunto: ¿Constituyen estos sin sentidos una desconexión eficiente de las alienantes dinámicas sistémicas que afligen a las clases de neo-esclavos? A todas luces, no. Es por ello que muchos, tras regresar a sus lugares de origen afirman "no haber descansado". Otros, más optimistas, o tal vez más idiotas, defienden haber vuelto "renovados", dispuestos a destilar con obediencia otros 11 meses más de uniformizada monotonía de celda nicho/puesto de neo-esclavo timado, vueltas al cole, declaraciones de renta, estrés laboral, impuestos, letras, hipotecas y demás bazofia, pero también y cada vez más, aburrimiento, depresión y crisis existencial (por fortuna). Ahí se queden pues, que mientras todo siga así, esos paraísos ocultos a los que algunos huimos con toda la periodicidad posible, seguirán aguardando a aquellos que tuvieron el suficiente valor de descubrirlos. Porque si todavía no lo saben, la naturaleza, por encima de todo, lo que ama es el coraje.

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